Desde la infancia se nos han ido inculcando ideas que hemos asumido y naturalizado sin ponerlas en cuestión. Ideas que están en la base de nuestras actitudes y que contemplamos como única forma posible de relacionarnos con el entorno y con nosotros mismos; consolidándose y generalizándose con el paso de los años.
Poco a poco, con esfuerzo, hemos aprendido a ser autosuficientes, a no mostrar debilidad, a poner siempre buena cara, a no llamar la atención, a tener que gustar a los demás, a darnos prisa, a tener que acabar lo que empezamos, a no fiarnos de los desconocidos, a controlar siempre las emociones, a no decir(nos) lo que pensamos, etc.
Sin embargo, como no se nos ha enseñado a identificar esas ideas, no solemos plantearnos si siguen siendo válidas o si son aplicables o no a todas las situaciones, por lo que resulta muy difícil apartarlas cuando nos están perjudicando y boicotean el logro de nuestros objetivos.
Paradójicamente, aprender a dejar de hacer algunas cosas es mucho más difícil que aprender a hacerlas.
Texto: Miguel Ángel Agulló
Ilustración: Tamara Jiménez
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario